Fin de la primera parte

viernes, 9 de abril de 2010
Hoy es el fin de una etapa de mi vida que ha durado, exactamente, 10 meses. En este tiempo me han pasado muchas cosas buenas y muchas cosas malas.

Empecé con mucha ilusión aunque la persona que comenzó conmigo no era muy de mi agrado, de hecho la conocía desde hacía unos cuantos años aunque nunca nos habíamos cruzado más de dos palabras. Siempre me recordaba a mis amigas, bueno, hacía que las echase de menos todos los días.

Luego las cosas cambiaron, no sé, me empezó a no gustar lo que hacía, me frustraba no poder tocar determinados campos que son algo fundamental en mi vida. De hecho, cuando empecé el máster y tuve por primera vez esos maravillosos apuntes cargados de fórmulas, reacciones y compuestos volví a sentirme… iba a decir feliz, pero creo que la palabra que mejor podría describirlo es “completa”, sí, me sentía otra vez completa. Sé que para mucha gente esto será una tontería enorme pero para mi no, había estudiado una carrera que no es que me gustase, es que estaba enamorada de ella, cada día que me pasaba estudiando era un día increíble para mi, lo pasé mal, sí, pero valió la pena.

Cuando por fin conseguí tener un balance entre mi vida personal y laboral y mi frustración se minimizó, hubo un cambio. Pasé a otro equipo donde, desde mi punto de vista, no se valoraba mi forma de trabajar. Hay determinadas personas que son muy territoriales y no pueden trabajar en equipo, lo entiendo pero creo que siempre hay que, por lo menos, intentarlo. Lo pasé mal, muy mal pero logré salir del bache, logré que no me importase lo que pasara dentro de esas cuatro paredes, me volví un autómata que solo hacía lo que le dijesen sin pensar ni intentar innovar. Eso hizo que viviese más intensamente cada momento que tenía para mi, mi vida personal pasó a ser lo más importante y cuando salía de allí me volvía a sentir viva, contenta, alegre y feliz. Y aquí sí que puedo utilizar la palabra feliz porque era un sentimiento de felicidad el que me embargaba cuando subía la cuesta hacia el metro, cuando llegaba a clases de inglés, cuando quedaba con alguien o cuando solamente me iba a casa a tirarme en el sofá.

Y otra vez todo cambió. Cuando por fin me sentía bien fui recompensada y volví al lugar donde empezó todo, volví a ser responsable de todo lo que hacía, a llevar mis cosas y a sentirme valorada de nuevo. Y mi felicidad creció.

Llegados a este punto quiero concretar que, no soy una persona feliz por naturaleza, tengo mis momentos. De hecho creo que la felicidad es solo un pequeño momento que cuando dura mucho se tiende a normalizar y hace que nos sentamos otra vez desdichados aunque en realidad tengamos todo lo que necesitemos. La mayor parte de mi vida me siento “normal”, ni bien ni mal, simplemente estoy ahí. No hay nada más, pero de repente, sucede algo, un máximo o un mínimo en mi “gráfica” que hace que me sienta desdichada o alegre.

Y aquí viene mi último cambio en estos diez meses, me llamaron del sitio de mis sueños. Cuando empecé hace 6 años no sabía realmente que era lo que quería, sabía lo que me gustaba pero no lo que quería. Con el paso del tiempo todos apuntábamos a lo mismo y vi como solo unos pocos elegidos llegaban así que, cuando me tocó el turno no tenía demasiadas esperanzas. Realicé una entrevista un poco pachanguera porque sabía que no saldría elegida pero solamente con haber visto las instalaciones ya estaba contenta, con haber podido oler (sí, oler) esos laboratorios y haberme puesto unas gafas de seguridad ya me daba por satisfecha pero no. Al cabo de unas pocas horas me llamaron para decirme que había sido seleccionada para la planta de Craqueo Catalítico. ¡Sí! Mi parte preferida de la carrera, iba a trabajar en lo que más me gustaba del mundo.

Ahora estoy deseando que llegue el día de mi incorporación. Puede que todo sea decepcionante al máximo pero por lo menos sé que habré luchado por conseguir algo mejor, puede que no económicamente, pero sí para mi carrera profesional.

Me da pena irme, he conocido a gente genial. Sé que les echaré de menos. Los desayunos eran increíbles, eran mis 20 minutos preferidos dentro de esas 9 horas, echaré de menos los desvaríos de mis compañeros y las galletas. La hora de la comida tenía sus buenos momentos en general, siempre es agradable hablar de temas asquerositos mientras uno está comiendo, algo que tenía costumbre de hacer en casa y que me alegro de haber podido conservar allí.

En general me llevo un buen recuerdo de todo porque hasta de los malos momentos puede aprender, creo que he crecido como persona, ahora me enfrento de otra manera a la vida y quiero seguir aprendiendo de todo lo que me rodea.

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